viernes, 20 de agosto de 2010

El hijo de dios

Yo soy el hijo de dios,

Cuando después de follar me limpio la polla en el lavabo mientras esperas en la cama un abrazo o cuando dejo el móvil sonar al ver tu nombre. Simplemente me fascinas, no son milagros lo que siento cuando arrastro por tu cuerpo la yema de mis dedos. ódiame por hacer voto de silencio cuando estoy a tu lado. Si hablara y pudiera, espantaría a todos esos pájaros que giran en circulo alrededor tuyo con vuelo rasante, que te tocan por instantes. Si hablara, si pudiera y si quisiera, más no quiero. No quiero más que sentarme a tu lado y dejar que hundas tus dedos en mis costillas, que me lances indirectas que me hieran. Pues yo soy el hijo de dios, y lo sabes cuando desde una esquina analizas mis defectos. Camino descalzo y me corto y sangro. Soy humano y como otros me tropiezo mientras soldados de plomo te arrastran a sus adentros con sus perfectos cuerpos y sus interesantes universos. Mientras yo, no tengo nada, nada más que una sonrisa desafinada que no puede competir con ellos. Un paseo, un mordisco, un tirón de pelo, solo poseo cosas que se olvidan y que se añoran con recelo.

“No es más rico el que tiene más, si no el que menos sabe necesitar” En su cabeza resonaba esa frase mientras se torturaba pensando en que lo único que necesitaba era aquello que no podía tener, se acercó a si mismo y se dijo:

-No temas, eres el hijo de dios.

O simplemente un hijo de puta que se había enamorado.