viernes, 24 de abril de 2015

Practicando magia negra con el roce de mis dedos.

Tensa la mirada, guarda la saliva. Mójate los labios mientras toco tus mejillas. Que estas manos se hicieron para tocar porcelana y entre ratos la guitarra. Que se mueren estas manos cuando no pueden tocar. Deja que te roce con la yema de mis dedos, que se pierdan mis tendones enredados en tu pelo. Los tendones oxidados de una cuerda de guitarra, oxidados del sudor cuando dejan de tocar. No pares susurras, vibro todo yo con el canto de tu tripa, y ahora gritas. 5 cuerdas sobran si mis manos se deslizan por tu espalda, más deprisa. Se desliza por tu espalda y tu columna oxidada en carne viva me las corta y la sangre te destiñe. Se te mancha todo el cuerpo de la sangre de mis dedos que no paran de tocar. Derramando gelatina cada vez que los aprieto contra ti, y no paran de tocar. No conocen otra forma de vivir, prefieren desangrarse con el ruido de tu piel y no paran de brotar. Y mis manos me confiesan que no hay nada mas bello que esta forma de morir.

lunes, 20 de abril de 2015

¡Shhh!

Tizón en una montaña de nieve que se derrite cada tecla que pulsas, conviertes el agua en vapor y te me calas hasta los huesos. Negro y blanco sobre negro. Y sobre el negro tú, espolsando los colores y devolviéndome la paz. Me pregunto cuantas haches tiene el silencio cada vez que te vas.

viernes, 17 de abril de 2015

La gran broma final

18 centímetros de hilo delgado, rojo reflejo a través de la luz del ordenador, y yo solo quería dormir. Se me siguen apareciendo como fantasmas del pasado, uno a uno, después de la primera semana limpié el cuarto, después de que cruzáramos la última palabra pasé la aspiradora, creo que se esconden ya no sé si son reales o están en mi cabeza. Te prometo que no quiero pensar en ti, que soy un hombre fuerte, que por el día es más fácil, que solo son 18 centímetros de hilo delgado, pero que pueden más que los miles de kilómetros que nos separan y cada vez que los encuentro me entran ganas de pintar todo tu cuerpo con un pincel blanco y conocerte de nuevo, dibujarte desde cero. La habitación se me antoja una jaula y noto como mi corazón golpea contra las sábanas, y yo solo quería dormir. Te prometo que lo intento, pero aún me falla el pulso cuando te veo y me tiemblan las manos cuando escribo y no me siento liberado, ni mejor. Más pintura blanca, mientras pienso que algún día te arrepentirás, pero quizás ese día nunca llegue o quizás cuando llegue tu orgullo no te deje o quizás yo estaré muerto. Me golpea cada día más fuerte y las ganas de quererte no van a menos, y espero, y espero, y no hago otra cosa que esperar una baliza, tu corazón en llamas haciendo una señal cuando te canses de jugar a otros juegos de probar a otras gentes. Que nuestro único error fue que nadie nos explicó como iba esto del amor, de ser novatos en querer, de ser tempranos en amar. De querernos con locura y sin pensar, de dejarnos con los años de mostrar, pero debajo de la piel aún quema el amor. De nada sirve darse cuenta de que fuimos el Vesubio y sepultamos Pompeya y ahora solo quedan cenizas, y posiblemente tu nunca leas esto y se te acelere el corazón y se te despierten las dudas y dejes de verme como a un mártir, o cojas un cubo de pintura blanca y me cubras con ella y me dibujes desde cero. O quizás si, y por un segundo sientas lo que yo siento y guardes nuestro secreto. Murciélago: No seas estúpida, yo nunca te voy a dejar de querer. Chorizo.

miércoles, 15 de abril de 2015

Soy, soy lo que dejaron, soy todas las sobras de lo que se robaron, soy la soledad en carne viva soy una sonrisa sin saliva. El amanecer de una noche de insomnio, una palabra que no pudiste borrar. Soy una nota escondida que te devuelve una lágrima cada vez que la miras. Soy el pegamento y soy el martillo y no hay porcelana a mi alrededor. Soy lo que nunca quisiste escuchar, las vías de un metro de madrugada, el granizo en los cristales de una noche nublada. Soy el aliento en tu cuello, un beso seco en tu mejilla. Soy tu lengua contra la mía, soy un dedo que apunta al corazón y sin pedir permiso dispara a discreción. Soy un destello, un alto en el camino, soy lo que nunca contarán a los niños. Soy un espejo sin reflejo, un ladrón sin guantes con las manos calientes, unos ojos cansados, una boca sin dientes. Soy una presión dentro de tu cabeza que se hace más fuerte cada vez que lo piensas. Soy un esqueleto que cae rendido cuando desaparece todo el sonido. Soy la imperfección en todos los sentidos. Un recuerdo maldito de lo que nunca seré, soy el vacío dentro de tu piel.

lunes, 13 de abril de 2015

De dioses y hombres

Yo no quiero hablar de dioses y hombres, ni del tiempo. Yo no quiero que me mires como a un pobre diablo, que me juzgues por lo que callo en vez de por lo que hago. Yo no quiero la paz en mi cama ni la guerra en mi cabeza, la tregua siempre fue para los cobardes que no saben decir que no, y yo no supe. Y ahora que solo veo dioses y hombres a mi alrededor me ahogo cada minuto pensando en cuanto debo correr para alejarme de ellos, para dejar atrás a todos esos gigantes que me aplastan entre sus alas. Pero ni yo soy Alan Turing ni tu el código enigma y estos soldados nunca sabrán de lo que hablas cuando nadie te ve, cuando nadie te escucha, cuando realmente somos nosotros mismos. Hace tiempo que perdí la guerra, en un solo suspiro me colgaste de los pies y me dejaste desnudo. Y no hice nada, no hago nada. Buscando entre los muertos que no huelen, que no hablan, buscando un aroma que me devuelva a la vida, una sonrisa, una mirada. Palpando las paredes buscando una mentira que me lleve hasta tu puerta. Pero aquí solo hay alas, y dioses, y hombres.