Bailan las orugas como cualquier otro animal,
y su baile se convierte
en cosquillas en la mano,
en veneno entre tú pelo.
Y sus patas se convierten
en ondas que hipnotizan,
que detienen tu mirar.
Ya no importan nada,
el mundo se para
cuando dejas de bailar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario