lunes, 3 de agosto de 2015

Quisiera y no quisiera son cosas diferentes.

A veces me llaman niño, aunque siempre esté haciendo cosas de niño. Jugando con todo lo que agarro entre mis dedos o con el pelo alborotado como si anduviese reñido con la dirección del viento. Solo a veces me llaman niño, muy pocas veces y siento como cada vez son menos, supongo que lo más importante para ser un niño no es el pelo, el barro o las formas de perder las formas, sino la mirada. No tiene por qué ser inocente, ni tierna y mucho menos triste. Pero a veces sin quererlo se van los muros, y se puede ver el camino desde las pestañas hasta el fondo de las pupilas. Os invito a todos a entrar, a echar un vistazo a colarse dentro y jugar con todo lo que yo juego y jugar con cosas con las que no se debería jugar, jugar a juegos de mayores cuando todavía no llegamos al centro de la mesa sin ponernos de puntillas. Y entre todo el alboroto se escucha una voz que me rompe con un pestañeo -"Pareces un niño!"-  Y mientras lo asimilo se van cerrando de nuevo las puertas y vuelvo a mi mirada perdida, perdida hasta que vuelva a encontrarme con los ojos de niño, y me los pruebe otro rato.

No sabes lo solo que estás hasta que te das cuenta de que ya no puedes decir a nadie "Ven conmigo" cuando encuentras una película interesante en el cine, ahora todo son: "¿Te apetece venir?". No me apetece preguntarte, me apetece que vengas y que tengas ganas de venir y que no me haga falta utilizar esos malditos interrogantes. 

1 comentario:

  1. 'pero en vida no suele ocurrir lo que uno quiere que ocurra'


    ojalá no crecer nunca, 'ven conmigo', tan simple como eso.

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