jueves, 26 de noviembre de 2015

Pupila contra pupila

Jugábamos a ser dos locos que lanzaban monedas al aire y deseaban que nunca saliera cara, y lo único que se oía era el sonido de los cristales cuando resonaba el metal, la lluvia de níquel y latón. Daba igual en qué dirección lanzásemos la moneda, siempre sonaba a cristal y metal. Peceras desde las que se puede ver y sentir, pero nadie te puede hacer daño. Peceras donde se crean ilusiones ópticas, donde hay que cerrar los ojos para sentir tu mano. Al arquitecto se le olvidó que un cristal a prueba de balas no es suficiente cuando se clavan tus ojos. Esos ojos no entienden de física, pero apuntan directos al corazón, milimétrico, al mismo centro de mi ser. Pupila contra pupila, a través de la pupila, disparo perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario